Por: Marco Antonio Aguilar Cortés
El 7 de mayo de este año 2024, por quinta ocasión el abogado Vladimir Putin retomó el poder como presidente de la Federación de Rusia.
Sin embargo, ahora, de 112 millones de electores, votaron 98 millones de ciudadanos; y, de éstos, 88 millones sufragaron a favor de don Vladimir.
Putin afirmó recientemente: “La democracia de occidente ya no funciona. Nuestra democracia rusa, en cambio, es soberana, orgánica y popular. Aquí no hay trampas ni manipulaciones.”
Estimado lector, ¿tú le crees a Putin? Yo lo pongo en duda.
En Venezuela oficialmente hay 28 millones de electores, y su próxima elección presidencial será el 28 de julio del año que transcurre.
Nicolás Maduro se inició como líder obrero, y tiene 11 años como presidente de Venezuela.
Antes de morir el presidente Hugo Chávez lo designó su sucesor y, en ese mismo año 2013 se organizó una proceso electoral para reiterarlo en el cargo, lo que se hizo sin contratiempos, mientras Maduro escuchaba y obedecía a un pajarito.
Para 2017 se celebraron elecciones, postulándose Maduro de nueva cuenta a la presidencia, y resultando un proceso contrastante y pedregoso.
Nacional e internacionalmente se denunció un gran fraude; resultando, incluso, reconocido su oponente el ingeniero Juan Guaidó como ganador.
Con todo ello, Maduro sigue ejerciendo el poder, y argumenta: “En Venezuela somos una democracia de verdad. No somos una democracia de las élites que sólo reparten privilegios. Somos una mayoría, por eso estamos aquí, para servir al pueblo. Las dictaduras vienen de EU, yo soy el apóstol de la democracia bolivariana.”
Estimado lector, ¿tú le crees a Maduro? Yo lo pongo en duda.
El presidente actual de México tiene “otros datos” sobre su propia democracia.
Teóricamente repite (sin reconocer la autoría) la definición que Abraham Lincoln expuso en su discurso de Gettysburg el 19 de noviembre del 1863: “La democracia es el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”.
Realmente los actos del presidente mexicano están muy alejados de esa democracia, ya que ejerce (López) un poder autocrático, concentrado en su persona, e inconstitucionalmente ejercido, unos días sí, y otros también.
Horas después de las elecciones del 2018, fuera de toda ley, ya ejercía como presidente de la república, con la complacencia irresponsable de su antecesor.
Y, ahora, afirma: “Yo me retiro. Me voy a Palenque. Sólo que hubiera una situación gravísima, una guerra, yo ayudo.” ¡Sálvenos la virgencita de Macuspana!
Todos sabemos que Andrés Manuel ya no regresa, porque nunca se irá del poder mientras viva. La “guerra” es él; la “situación gravísima” sigue siendo él.
“Es tiempo de mujeres”, se dijo recientemente en una reunión de Sheinbaum con damas de diversos grupos que le volvieron a dar un bastón de mando, con signo femenino. ¿Qué harán todas ellas con el autócrata que no quiere irse?
¿Quién le impondrá a Sheinbaum la banda presidencial? El fraude cometido, o el autócrata López, a través de una mano femenina de edad respetable.
En EU también el poder se está pudriendo, y eso que es de las mejores democracias en el mundo de hoy. La débil y desvaída memoria de Biden, por su edad, no auxilia a nadie. La maldad delincuencial personificada en Trump anuncia un perverso caos.
Por otra parte, y por fortuna, existen en el mundo muchos honestos y talentosos humanos que, como faros iluminan la oscurecida niebla, y aportan prácticas y talentosas soluciones para nuestra trastornada realidad.
Con respeto, estudiemos las reflexiones de esas personas, y apoyemos para que se apliquen sus aportaciones pertinentes.