Era impensable siquiera, que Claudia Sheinbaum, la virtual presidenta electa, “pintara raya” o se desmarcara de su guía espiritual, político y moral; de su creador. Al que le debe todo. Todito.
Resultaba tanto como pensar o insinuar que se diera un tiro en la sien.
Como la puso en la Presidencia, la puede tumbar. Con una aprobación de 71 por ciento, no queda duda de quién realmente tiene el poder para hacer y deshacer en nuestro país.
Cualquiera que haya sido el candidato por la “cuarta transformación”, iba a ganar; Marcelo Ebrard, Ricardo Monreal, Adán Augusto López, bueno, hasta Noroña e incluso “Juanito”.
Entonces hay que ver, ahora sí, a Andrés Manuel López Obrador, seis años después y en su justa dimensión.
Esto lo confirma el tercer paquete de integrantes del próximo gabinete. Un solo claudista: Omar García Harfush, y en una Secretaría que vendrá a menos, pues la Guardia Nacional pasará bajo el control íntegro de la Sedena.
Rosa Icela Rodríguez, a Gobernación y Ariadna Montiel sigue al frente del Bienestar y el manejo de los programas sociales, la verdadera obra insignia de Andrés Manuel y la única que realmente le dejó enormes utilidades en su mandato.
El nombramiento de Mario Delgado a Educación Pública fue el que sorprendió. Así que dejará la dirigencia de Morena y vendrá la sucesión en el partido. ¿Quién? El que diga el Señor Presidente. Mientras, Citlali Hernández.
Otras designaciones evidentes desde Palacio Nacional, son la de Marcelo Ebrard, a Economía; Juan Ramón de la Fuente a la Cancillería; Alicia Bárcena al Medio Ambiente y Raquel Buenrostro a la Función Pública.
Claudistas, Rosaura Ruiz, en la Secretaría de Ciencias Humanidades e Innovación; Julio Berdegué, en Sagarpa; Ernestina Godoy, en la Consejería Jurídica; David Kershenobich, en Salud; Edna Elena Vega Rangel, a Sedatu; Jesús Antonio Esteva, a la SCT; Luz Elena González, a la Secretaría de Energía y José Antonio Peña Merino, al frente de lo que será la Agencia de Transformación Digital.
Pueden ser más los nombramientos directos de Claudia, pero las designaciones del que “ya se va” a su rancho, pesan más por los recursos que manejan.
Pero Claudia Sheinbaum esta feliz en su nuevo rol. Será la Presidenta de México. Aunque sea de papel.