Por: Rosalinda Cabrera Cruz
Más del 70 por ciento de los recursos acuáticos en Michoacán presentan graves grados de contaminación y desecación, y es en los lagos donde se resiente más este fenómeno, lo que los está llevando al borde de convertirse en únicamente lodo pestilente; entre los principales contaminantes se encuentran la materia orgánica proveniente de aguas residuales domésticas e industriales, así como de la actividad agrícola y ganadera, además de otros desechos provenientes de tiraderos y desagües.
Uno de los embalses más importantes es el lago de Pátzcuaro, el cual enfrenta una acelerada pérdida de profundidad máxima, superficie y perímetro; altos niveles de azolve y arcillas, sobre todo en la zona sur, donde los lodos superan hasta un metro; así como un aumento de insularidad, es decir, la conversión de islas a tierra firme, según destacó el profesor-investigador decano del Instituto de Investigaciones sobre los Recursos Naturales (Inirena) de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH), Arturo Chacón Torres.
Pero el de Pátzcuaro no es el único, también enfrentan serios problemas los lagos de Chapala, Yuriria y Cuitzeo, cuyos bajos niveles de agua debido a la sequía que parece no acabar, los ha convertido en enormes llanuras polvorientas que enferman más que ayudar a las poblaciones aledañas en esta parte del norte de Michoacán.
Para rescatar los viejos lagos, luego de varios años de no atenderlos, hoy se están implementando diversas medidas (algunas desesperadas) para lograr que se conviertan nuevamente en lo que antaño eran: importantes vasos de agua reguladores de la temperatura en la entidad, yendo desde el sembrado de nubes para que llueva y se vuelvan a llenar, hasta aplicar mano dura sobre quienes han osado robarles el agua para sembrar huertas, autorizadas y no autorizadas.
Un tesoro a punto de perderse
El lago de Pátzcuaro es un ícono cultural y natural de gran importancia para Michoacán. Famoso por sus pintorescos pueblos ribereños, su rica tradición pesquera y la majestuosidad de sus islas, este lago enfrenta hoy en día una grave amenaza debido a la sequía y la contaminación.
En los últimos años, el nivel del agua del lago ha disminuido considerablemente, alcanzando niveles históricos de sequía. Las causas de esta crisis son complejas e incluyen temas tales como el cambio climático, donde el aumento de las temperaturas y la disminución de las precipitaciones han impactado significativamente el ciclo hidrológico de la región.
A lo anterior se le une la deforestación, la sangrienta tala ilegal para provocar el cambio de uso del suelo, que han reducido la capacidad de retención de agua del bosque circundante y por supuesto la extracción de agua, con el uso desmedido del líquido para la agricultura, la industria y el consumo doméstico, algo que ha agravado la situación que hoy se vive.
No cabe duda de que, la sequía en el lago está teniendo un impacto devastador en el ecosistema y las comunidades que dependen de él, derivando en la pérdida de biodiversidad, pues la disminución del agua ha provocado la muerte de peces y otras especies acuáticas, alterando el equilibrio ecológico del lago; como consecuencia se ha registrado un fuerte impacto económico: la pesca, una de las principales actividades económicas de la región, se ha visto seriamente afectada, generando desempleo y pobreza.
Y qué decir del deterioro ambiental, ya que la sequía ha expuesto el fondo del lago, lo que favorece la proliferación de algas y la erosión del suelo.

Recientemente, Luis Roberto Arias Reyes, titular de la CEAC, afirmó que “el nivel del agua es apto para el tránsito de lanchas y transporte de turistas a la isla de Janitzio”, pero, por otro lado, el académico Chacón Torres confirmó las dificultades que atraviesa el milenario lago, principalmente por la deforestación de la cuenca y el uso intensivo del agua.
El catedrático insiste en que están bajando pipas de las huertas de aguacate y están sacando agua de la región de Puácuaro, San Andrés Tziróndaro y San Gerónimo Purenchécuaro, denunciando que por la noche se han contabilizado alrededor de 100 pipas con capacidad de 10 metros cúbicos cada una; eso quiere decir que cada noche sacan mil metros cúbicos, lamentó, pese a los operativos que el gobierno estatal está implementando para inhibir esta práctica.
El investigador indicó que, en 1989, el lago tenía 628 millones de metros cúbicos de agua y actualmente el volumen oscila entre 280 y 320 millones de metros cúbicos, lo que implica una pérdida equivalente al agua que almacena el lago de Zirahuén (haciendo un comparativo).
Puso de relevancia que con las sequías registradas en el último año se aceleró la pérdida de profundidad. En los primeros meses de 2023 se documentaron 10.35 metros en la zona más profunda, situada entre Chupícuaro y San Andrés Ziróndaro, sin embargo, recientemente se registraron 8.7 metros; añadió que es la primera vez que ve desaparecer los muelles de toda la ribera sur: Urandén, San Pedrito y el Principal, en tanto que la isla de Janitzio está “peligrosamente” muy cerca de Jarácuaro, esta última convertida hace años en tierra firme.
Por otro lado, el cuerpo de agua perdió todos sus atributos ópticos, dado que “ya no es un lago transparente, es un lago turbio, primero por la cantidad de sedimento que tiene suspendido, y porque se generan florecimientos de lama y algas tóxicas”.
Explicó que la transparencia en un lago va directamente relacionada con la salud o grado de deterioro en el que se encuentra, y recordó que, en 1938, el de Pátzcuaro reportaba una transparencia de seis metros; en la década de los 70 disminuyó a cuatro metros; en los años 80, bajó hasta 1.2 metros; y actualmente no llega ni a los 25 centímetros.
Entre los problemas que se derivan de lo anterior, también se encuentra la baja producción de especies acuícolas, como acúmara, pez blanco, tilapia y lobina negra, a grado tal que ya no hay estadísticas de pesca, traduciéndose esto en un fuerte impacto para la economía local que subsiste de las ventas al turismo de estas especies. Indicó el especialista que se llegaron a pescar alrededor de 800 toneladas de peces en el lago, pero “de acúmara, ahorita si encuentra media tonelada es un triunfo, muy poco, pero es de las especies que sobreviven”, citó como ejemplo.
Sostuvo que este lago todavía tiene condiciones para sobrevivir un siglo, pero si no se toman medidas efectivas será “una tina de aguas negras”, debido a la pérdida de sus recursos y propiedades.
El futuro del lago de Pátzcuaro depende de la acción conjunta de gobiernos, comunidades, científicos y organizaciones civiles. La implementación de estrategias sostenibles y la colaboración entre todos los actores involucrados son claves para salvar este tesoro natural y cultural para las generaciones futuras.
En ese contexto, Chacón Torres consideró necesario que el lago sea declarado como Zona de Reforestación Ecológica; que los distintos sectores sociales, sobre todo los que están directamente involucrados y obtienen provecho del mismo, para que participen en los procesos de restauración; y se destinen recursos para reparar las máquinas de dragado que actualmente están abandonadas.
Medidas “con sentido” y el baile a Tláloc
Ante la gravedad de la extracción de agua de manera ilegal de los lagos michoacanos, principalmente de los de Pátzcuaro y Zirahuén (los de mayor proyección turística), se implementaron este año medidas drásticas (una contraparte a lo permitido por muchos años y que no se visibilizó hasta ahora, a consecuencia de la pertinaz sequía).
Así, la fuerza pública se hizo presente; esta semana se anunció que, como resultado del operativo implementado contra el huachicoleo de agua desde hace casi 2 meses, se han decomisado hasta ahora 48 bombas utilizadas para extraer de manera ilegal el recurso de los citados espejos de agua.
El secretario de Seguridad Pública, José Alfredo Ortega Reyes, señaló que de abril a mayo dichos decomisos se han efectuado en seis cateos en acompañamiento a la Fiscalía General del Estado (FGE) y en coordinación con la Comisión Nacional del Agua (Conagua), así como con las policías municipales, donde fueron asegurados cinco predios e inmuebles y se han inhabilitado tres represas.
Durante el despliegue operativo para evitar la sustracción del agua, se han detenido a tres personas y asegurado 16 unidades vehiculares; además de 4 mil 158 metros de mangueras que conectaban para regar huertas de aguacate, arándanos o abastecer pozos de agua.
De igual manera, destacó que se mantiene el despliegue operativo de 86 agentes de la Guardia Civil, quienes, a bordo de 12 patrullas, en coordinación con las fiscalías estatal y federal, así como con la Conagua, la Capitanía de Puerto y los municipios, se encuentran en Zirahuén, Janitzio, Oponguio, Puácuaro, Chupícuaro, San Jerónimo Purenchécuaro y el muelle de Urandén.
Otras medidas para llenar nuevamente los lagos de agua han incluido estimular la caída de lluvia, así que el tan anunciado bombardeo de nubes continúa en la zona Norte de Michoacán, según indicó esta semana el gobernador del estado, Alfredo Ramírez Bedolla.
En encuentro con medios de comunicación (la mañanera michoacana), refirió que la aeronave que tiene la tarea de bombardear con químicos las nubes, continúa con los sobrevuelos en dicha región toda vez que existen las condiciones.

Precisó que “ya están dándose algunos sobrevuelos de la aeronave en la región norte, desde Sahuayo, Jiquilpan, Zamora, el Bajío, Puruándiro y Zitácuaro”.
El mandatario recordó que se necesita el 30 por ciento de humedad en el ambiente para poder realizar el bombardeo de las nubes, o de lo contrario no habría condiciones y que en las últimas semanas se registraron un par de lluvias intensas en la capital michoacana, y aunque ya inició la temporada de precipitaciones, éstas han sido poco frecuentes.
Al respecto, de acuerdo con el Sistema Meteorológico Nacional (SMN), en Michoacán se prevén intervalos de chubascos, pero también temperaturas máximas superiores a los 45 grados centígrados.
Al respecto, habría que destacar que hace más de un año y medio que el investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Guillermo Murray Tortarolo, advirtió sobre la poca eficiencia de la siembra de nubes, sin embargo, en las próximas semanas se espera que Gobierno gaste 12 millones de pesos en ello.
El especialista señaló en un estudio que “contrariamente a la opinión de algunos políticos, tenemos muy poco control sobre las lluvias. Los intentos para cosecharlas, bombardearlas o sembrarlas, son prácticamente igual de eficientes que hacer una danza de la lluvia o rezarle a Tláloc”.
En el texto publicado en noviembre de 2022, Murray Tortarolo señaló que, si bien el mecanismo de sembrado de nubes no es dañino, tampoco es enteramente efectivo, porque depende en gran medida del sitio donde se aplica. “Las evidencias científicas sobre el funcionamiento del bombardeo de nubes son muy dudosas y extraordinariamente dependientes del lugar donde se lleva. Su eficacia se ha probado de manera parcial únicamente en lugares fríos, donde ha demostrado aumentar ligeramente las nevadas invernales.

Fuera de dichas regiones, su utilidad es completamente incierta, particularmente en sitios cálidos”, expresó. De acuerdo con ello, todo apunta a que en Michoacán podrían no tener los efectos esperados, especialmente en la región centro, donde las temperaturas actuales han alcanzado los 35 grados centígrados.
En el ensayo publicado por la UNAM, se sostiene que, “en una revisión de más de 800 estudios sobre bombardeo de nubes, la Academia de las Ciencias de Estados Unidos (National Academy of Science), concluyó que este procedimiento no aumenta de manera significativa las precipitaciones, y aun en los pocos casos en los que parece que sí, la eficacia es menor a un aumento del 10 por ciento.
En otras palabras, el procedimiento no tiene respaldo científico y, aun cuando la ciencia estuviera equivocada (lo que parece poco probable), su eficacia es prácticamente nula. Además, sostiene que si bien los productos utilizados en el proceso no se tienen hasta ahora evidencia que afecte la salud de las personas, tampoco hay suficiente investigación para descartarlo por completo ni cómo afecta al medio ambiente, la flora y la fauna.
“La tecnología actual para el manejo del clima está en pañales, con pruebas muy poco convincentes de su utilidad. Más aún, no acabamos de comprender todas las consecuencias que podría tener el tratar de modificar el clima a través de la geoingeniería”, añade el especialista en cambio climático y las consecuencias de ello en la vida cotidiana.